La tensión entre Irán e Israel volvió a escalar con dureza durante la madrugada del domingo, dejando al menos 13 muertos en territorio israelí —incluidos tres menores— y más de 380 heridos, según cifras oficiales.

Tras el ataque con misiles por parte de Irán, Israel respondió con una ofensiva dirigida a instalaciones estratégicas iraníes. El ejército hebreo informó que alcanzó depósitos y plataformas de lanzamiento en el oeste del país persa.


Horas después, se confirmó un ataque a dos instalaciones energéticas en Teherán. Uno de los blancos, un depósito de combustible en Shahran, sufrió un incendio de gran magnitud que, según la agencia IRNA, continuará “hasta que se agote el combustible”.


Desde Teherán, el canciller Abás Araqchí defendió las acciones como una respuesta defensiva frente a las agresiones israelíes. “No queremos una expansión de la guerra, salvo que nos obliguen”, aseguró, al tiempo que acusó a Estados Unidos de facilitar la ofensiva del jueves: “No habría ocurrido jamás sin el apoyo de Washington”.